viernes, noviembre 12, 2010

Una mañana de café

Hoy me levanté con esa mística que envuelve a los que no saben nada, quizás es un tono un poco irónico pero pensé: ¿Qué día es hoy? Tengo un celular al lado y usualmente sólo veo la hora, no me gusta saber el día, me ubiqué a las ocho y media de la mañana, inmediatamente pensé: es temprano, y abrí la puerta de mi cuarto con una patada.

Entonces llegué a la cocina y me preparé un café con leche, lo preparo de esa manera porque el negro puro con azúcar, nunca me ha gustado, en el tiempo en que me preparaba la bebida pude mirar por mi ventana y ver los cerros a lo lejos, me encanta como el sol alumbra cada montaña, a veces parece que fuese más verde la vida de ese lado, porque en mi barrio todo es cemento, aquél hermoso paisaje me relajo y una vez listo el café me apresuré a verterlo sobre mi taza favorita... son esas costumbres o más bien rituales que los locos tenemos de fijación con ciertos objetos materiales y no tan materiales.

Al fin me senté al borde de mi mesa y me pusé acontemplar aquellos bellos matices, sólo eclipsados en momentos puntuales, por el maldito ruido de las motos que vienen de aquí para ya, entregando y recibiendo... me gustaría que todo estuviese en silencio alguna vez, pero como toda ciudad el crecimiento es la naturaleza propia de las edificaciones, pero no importa tuve ese momento de deleite para pensar en algo más... quizás hasta más profundo.

Tengo meses desempleado pero pienso que como si viviera en la selva, tratando de pescar con una lanza, es muy difícil pero lo menos que se puede hacer es echar el ánimo por el suelo, de lo contrario no sólo te vas a quedar sin almuerzo sino que vas a terminar muerto, entonces me dispuse a ser positivo y tomar este tiempo para capacitarme y de alguna manera seguir creciendo como persona, quizás un poco lento comparado con otros, pero también soy consciente de que algunos gustarían estar en mi lugar... por lo tanto no quise pensar demasiado en los sentimientos negativos, al fin de cuentas la vida es sólo una y no hay un manual de como vivirla, aunque a veces quisiéramos que si existiera, porque de pronto uno puede leer y escuchar consejos, pero hay algo más que no podés explicar fácilmente y que definitivamente te cambia la vida, ya sea para bien o para mal, quisiera ese manual...

Algún día llegaré a esos cerros, y disfrutaré del rocío por las mañanas, y la esperanza de seguir viviendo por las tardes...

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