miércoles, diciembre 28, 2016
sábado, diciembre 24, 2016
Que bueno que es tener perros
El tener esto que llamamos conciencia, parece ser un chiste, pero uno del género de humor negro, porque al final de cuentas, el pensar tanto, y cuestionarnos mucho, nos hace ser parte de la nada, todo lo que vemos, escuchamos, sentimos, no nos pertenece, y entre más pronto nos demos cuenta, menos dolorosa será la caída.
Desde luego eso no quiere decir que no hayan cosas increíbles en la vida, pero al menos no hay necesidad de adornarlas con un Dios, una creencia o lo que sea, que si es algo que te funciona, adelante, la vida nos brinda esas libertades, yo también era más feliz cuando creía en Santa Claus y los regalos, y guardo con cariño esos recuerdos, y respeto a quien quiera creer, yo no creo.
Pero hoy vengo a hablar de la simplicidad de mis perrso, de como mis compañeros de cuatro patas son básicos, viven el momento, escuchan un ruido, se pone nerviosos y gritan como diciendo: "no te acerques que ya sé que estás ahí", y todo bien, mis amigos caninos, sólo viven el presente, cuando llego a la casa, me miran, bajan las orejas (Bueno sólo uno, el otro es una especie de maltés y ya las tiene abajo, pero en su lugar da muchos brincos), mueven la cola como si fuese una hélice, y me llenan de lamidas, a veces incluso me dan pequeños mordiscos en la cara, es como un desborde de sentimientos, en cambio yo, todos los días me cuestiono cosas, pienso en las deudas, en mi futuro, en mi pasado, en esas tonterías que al final de cuentas son muy lejanas a vivir, son esfuerzos inútiles.
Mis perros en cambio me gritan, porque se saben de memoria su hora de comer, allí se ponen exigentes, tan sólo me lanzan una mirada penetrante, y un pequeño ladrido en seco, sólo uno, un "Guau", posteriormente cuando ya capturan mi atención, corren hacia mis rodillas, y se ponen de dos patas, entonces miro la hora, y si coincide con el momento de alimentarlos, les sirvo, pero si todavía no es el momento, entonces les digo que se esperen, aunque posiblemente no me entienda una mierda, porque vuelven a decir "Guau" esta vez dos veces.
Y es esa simplicidad de mis perros la que me encanta, son curiosos, cuando conocen un olor nuevo, sobre todo si se trata de algún alimento, se acercan estirando su hocico, para que ese olor les penetre hasta lo más profundo del cerebro, si algo cae de la mesa, como es normal a veces, simplemente se lo comen, y después de digerirlo, siguen rozando su lengua por el hocico, como para asegurarse que no quede ni un poquito de lo que se devoraron. Es esa simpleza de la vida, la que me encanta, la que veo que algunos humanos tratan de emular, pero al mismo tiempo lo hacen mal y se vuelven idiotas, puedo pensar en más de 6 personas, que trabajan, se van a su casa, ven la serie de tv de moda, navegan en redes sociales basura, y repiten, todos los días de su vida.
No es ese tipo de sencillez la que trato de redactar en esta nota, más bien es esa sensación de ver en lo simple, lo complejo, lo interesante, lo agradable de la vida, dejando de lado lo material, lo estúpido.
Algunos adultos me recuerdan a los niños del patio de la escuela, presumiendo de quien conoce más, quien tiene más, y es todo un espectáculo verlo, uno cuenta fui a Argentina el año pasado, a lo que el otro responde para no darse por uno menos: Yo viaje a Alemania, y así ambos se miden el tamaño de sus penes, para ver quien resulta tenerlo más largo, y sí admito que en un principio es todo un espectáculo mirarles en silencio, pero llega un punto en que todo se hace extremadamente cansino, ya ni siquiera sabes si lo que dicen es verdad, aburre.
Por eso me gusta la simplicidad de mis perros, siempre viendo todo, olfateando, emocionándose por cualquier cosa, un día uno de mis perros le ladraba a una cucaracha, le pareció demasiado extraña, pero todo quedó en eso un aviso.
Todos tenemos que morir algún día, y si las leyes de la vida se cumplen, mis perros lo harán primero que yo, pero a diferencia de ellos, yo me llevo un cúmulo de interrogantes, ellos se llevan el vivir de cada día.
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