Durante años insistí que uno viene al mundo como un papel en blanco, que son las vivencias las que escriben la historia de cada uno de nosotros, pero también aseveré que a veces las páginas de nuestro libro, no sólo son escritas, sino cortadas, arrugadas, manchadas, destrozadas o hasta borradas.
Cuando vi cuan cierta era esa afirmación entendí que el mundo no es un juego, no son burbujas de colores y sabores dulces, realmente se trata de algo muy serio y fuerte. Con el paso de los años cargamos con dolores, que no sanan con el tiempo, fuertes achaques con preguntas sin respuestas, casi siempre iniciadas en: ¿Por qué?. Y esos dolores se manifiestan repentinamente en cualquier momento, materializados en angustia, tristeza, lágrimas, o esa mirada perdida que ve al horizonte y que es imposible de atender su verdadero entorno.
La tristeza es parte de mi vida, en la música, en la manera en que escribo, procuro mantener esa sensibilidad, que un día cuando yo no sabía que tan duro era este mundo, me hacía sonreír al ser carente de todo, y en una pequeña cosa, tener absolutamente todo.