miércoles, septiembre 04, 2019

Ya no soy ateo

Tumbado al borde de mi cama, empecé a cavilar sobre mi existencia, algo que con frecuencia suelo disfrutar, visualice cuan pequeños somos con relación a todo, y lo poco que sabemos de muchos temas, nadie sabe exactamente que hay después del final del universo, tenemos un radio observable de apenas unos 13 mil millones de años luz, todavía no sabemos que hay en el fondo de los océanos, y mucho menos los grandes misterios que se ocultan en el cerebro humano.

Entonces se apoderó de mi una fuerza indescriptible de lo que podría ser el sentimiento de terror o de curiosidad, es como si mi pez beta en la pecera de mi sala quisiera adentrarse a investigar con algún tipo de máquina lo que hay más allá del portón de mi casa, aunque tuviese inteligencia sería una misión muy loca y probablemente moriría en el proceso.

¿Qué sentido tiene este mundo si no hay observadores para apreciarlo? la respuesta es simple: ninguno.

Las leyes de la física rigen nuestro universo, pero entre más diminuto se vuelve todo, ya las leyes físicas no importan, y empiezan a funcionar las de la cuántica. ¿De dónde viene la energía que desprende cada humano?

La ciencia dice que somos un cerebro cargado de electricidad con conciencia, que al estar cerca de morir genera una alucinación en donde vemos un túnel y seres queridos. Pero a todo esto: ¿Qué tan real es la muerte? hay una teoría de los multiversos en donde se da la explicación a lo que podría acontecer al morir, y es misterioso que todo se parezca tanto al libro: Muchas vidas, muchos maestros de Brian Weiss.

 ¿Por qué ya no soy Ateo? porque la negación de algo también nos convierte en ignorantes como el pez de mi fabula. No puedo asegurar por el método científico que algo existe o no, porque somos tan efímeros que es casi imposible entenderlo.

Lo más irónico de todo es que ante la incógnita de lo que hay después de la muerte, todos lo sabremos y quizás más pronto, de lo que podemos imaginar.

viernes, marzo 15, 2019

Esos recuerdos de la acera tan enorme

Hace algunos días, me dispuse a hacer un ejercicio mental, que constaba en recordar el pasado, ir tan lejos como pudiese ir, recuerdo algunos detalles de mi ciudad, que ahora no puedo ver de la misma manera, por ejemplo San José parecía una ciudad gigante, además la comida en general a veces era demasiada y aunque yo era bien goloso (No por nada me gané el apodo de Gordo, cuando el concepto Bullying no existía en mi país).

Un ejemplo claro se puede ver en las galletas rondelas, que se comercializaron en aquél entonces y que eran muy comunes en las meriendas de los recreos, (Claro eran otros tiempos, en donde pensábamos que la leche era buena, y la recomendaba hasta la Rana Rene por el televisor). Hace poco la empresa Pozuelo volvió a relanzar las galletas, y lo primero que pensé fue: ¿Por qué son tan pequeñas? luego leyendo una nota en la nación, me di cuenta que se utilizaron los mismos moldes y el recuerdo de mi vida pueril, me hacía verlas de manera gigante.

El cerebro humano tiene un tope, y a eso la psicología le ha llamado: "amnesia infantil o amnesia de la niñez", en realidad no somos capaces de recordar todo, y apenas nos encontramos frente a pinceladas de lo que fue nuestra vida.

Además en esos primeros años de vida, somos un poco más soñadores, todos pensamos que seremos tan grandes como Roger Federer, siendo número 1 por varios años, he incluso ganando torneos importantes, ya sé que no sólo me refiero al ámbito del deporte, sino a cualquier cosa que pensemos estudiar, astronomía, geología, publicidad, cualquier cosa. Conforme pasan los años buscas sentirte lleno con lo que haces, y logras alguna estabilidad emocional.

Pero son las marcas, como Nintendo, como Ducktales, que han entendido que pueden devolvernos esos recuerdos, para poder sentirnos vivos, porque se extraña con mucha nostalgia esa época, porque muchos de esos recuerdos, también vienen de la mano con personas que ya no están junto a nosotros. Gente que jugó con nosotros a una Nes, que se sentó frente al televisor a ver Ducktales con nosotros, a veces un abuelo, hermano, o amigo.

Yo por ejemplo recuerdo cuando le enseñé mi colección de figuras de acción de los X-men a un muchacho que vivía por el barrio, su expresión de felicidad al verlos, me reflejaba en él porque yo sentía exactamente lo mismo. Pero hace más de 10 años le arrebataron la vida. Pero cada vez que veo una figura, recuerdo esos momentos.

El mundo en realidad, no es tan grande como nosotros creemos, y detrás de todos los número 1, hay muchos números repartidos que jamás serán ese que levanta las copas de oro. Pero la nostalgia siempre será nuestra fiel amiga para poder ver atrás, y revivir esos recuerdos con olores, sabores, objetos, porque al final aunque la gente cree que es una acción superficial, allí van envueltos miles de sentimientos.

Por eso cuando vemos fotografías del pasado, nuestro corazón se hace un puño, vemos con ojos cansados y suspiramos.