miércoles, junio 30, 2010

A M O R

No sé si sea resentido social, o si sean años acumulados, pero me cansé de escribir al amor, las pequeñas cosas de la vida, me llenaron más que ese idealismo que tallé durante bastante tiempo, al que lo tenía reflejado en un cuadro, y ese mismo en la pared de mi vida.

Eso no significa que no disfrute acompañado, sino que hay tantos temas para poder fabricar, pero ese nos obsesiona y nos atrapa, resulta tan extraño ver a personas de todas las edades viviendo con una prisión llamada Amor en su cabeza. Desde amores lejanos hasta amores perfectos, es un sueño nada más. El amor perfecto no existe, así como en la vida los absolutos son para los radicales, es decir uno disfruta en pareja, la pasa bastante bien, pero tener esa obsesión en la carrera de la vida, suele ser a veces una falta de autoestima que cuesta medir. Es incluso más real que eso que llaman amar.

Porque analizando la situación en base a la experiencia lo que puedo decir es que uno tiene muchas ideas, proyectos y metas en la cabeza, y es agradable compartirlos, disfrutar con esa persona, amarla y pasarlo bien, pero ese: “Amor” desmesurado que irradia un sentimiento de cuentos de hadas, es simplemente eso un recuerdo olvidado, una carencia de realidad que a la vez se convierte en muñequito de estantería, todo aquél que colecciona sabe que cuando desea una pieza muy exclusiva, ya sea por su precio, su dificultad de conseguir, o su calidad de materiales, es una total tortura, y no sólo no tenerlo, sino también tenerla. Es simplemente vivir de ilusiones. Yo no quiero ser tan podrido, como para repasar el mismo tema una y otra vez, tengo muchas cosas que hacer, hay tanto por explorar, que se me dificulta envolverme en lo meloso, porque el amor es tonto y ciego también, es difícil que sea realista, es como cuando llega esa niña y le dice al padre: ¿Qué tal es mi dibujo? Y el segundo responde: hermoso hija, te ha quedado muy bien. (Aunque en realidad el dibujo es una puta mierda). Así sucede con el amor, no es objetivo, y no hablo del verdadero amor, sino ese que nos venden las películas de Hollywood.